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Flujo de trabajo ágil en proyectos web: cómo evitar el "tsunami de feedback" del final
En este artículo vas a ver cómo diseñar un flujo de trabajo ágil en proyectos web para que el feedback deje de llegar en un tsunami al final y se convierta en un goteo constante y manejable.
Está pensado para estudios de diseño, equipos de producto, agencias y fundadores que ya han sufrido proyectos que se desordenan en la recta final. Al terminar, tendrás un esquema claro de fases, estrategias y reglas de feedback que podrás adaptar y aplicar en tu próximo proyecto desde hoy.
En este artículo vas a ver cómo diseñar un flujo de trabajo ágil en proyectos web para que el feedback deje de llegar en un tsunami al final y se convierta en un goteo constante y manejable.
Está pensado para estudios de diseño, equipos de producto, agencias y fundadores que ya han sufrido proyectos que se desordenan en la recta final. Al terminar, tendrás un esquema claro de fases, estrategias y reglas de feedback que podrás adaptar y aplicar en tu próximo proyecto desde hoy.
En este artículo vas a ver cómo diseñar un flujo de trabajo ágil en proyectos web para que el feedback deje de llegar en un tsunami al final y se convierta en un goteo constante y manejable.
Está pensado para estudios de diseño, equipos de producto, agencias y fundadores que ya han sufrido proyectos que se desordenan en la recta final. Al terminar, tendrás un esquema claro de fases, estrategias y reglas de feedback que podrás adaptar y aplicar en tu próximo proyecto desde hoy.
Alejandro Duarte
Alejandro Duarte
26 dic 2025
26 dic 2025



Hay una escena que se repite en demasiados proyectos web.
El diseño está casi listo, el equipo llega a la fase de prototipos o incluso a desarrollo, se comparte todo para “una última revisión”… y aparece el famoso mail de tres páginas: cambios de estructura, dudas sobre el tono del contenido, nuevas secciones que nadie había mencionado, opiniones de stakeholders que entran tarde a la conversación.
De repente, el proyecto que estaba en 90 % vuelve a sentirse en 60 %. Plazos que se corren, equipo frustrado, presupuesto que se tensa, prioridades que se mezclan.
El problema no es el feedback. El problema es cuándo y cómo llega ese feedback.
Este artículo nace de una conversación real con un cliente que quería evitar justamente eso: “necesitamos una estrategia de revisión más continua para no encontrarnos con sorpresas al final”.
En Noodlesoup tomamos esa necesidad y la convertimos en un flujo de trabajo ágil, pensado para que el feedback pase de ser un tsunami de último minuto a un goteo constante, manejable y productivo.
¿Por qué se acumula el feedback al final?
Antes de hablar de soluciones, vale la pena entender por qué este patrón se repite tanto.
1. Proyectos “disfrazados” de ágiles, pero ejecutados en cascada
En la teoría, todo el mundo habla de sprints, iteraciones y demos. En la práctica, muchas veces ocurre otra cosa: el estudio trabaja semanas tras bambalinas, el cliente ve muy poco o nada hasta que hay algo “lindo” que mostrar y las decisiones estratégicas se validan cuando ya están pegadas al diseño.
Es decir, un modelo casi waterfall con una capa cosmética de agilidad. Atlassian lo describe bien cuando explica que, en enfoques en cascada, el cliente final no puede interactuar con el producto hasta que está completo, así que los problemas importantes de diseño o código se descubren recién en el momento del lanzamiento.
2. No existe un proceso de feedback definido
El feedback aparece por WhatsApp, por mail, por llamadas, por comentarios sueltos en PDFs o capturas. Nadie sabe exactamente hasta cuándo puede opinar, ni quién tiene la palabra final dentro del lado cliente.
Un análisis reciente sobre el impacto del feedback lento en producción de video muestra que alrededor de 70 % de los proyectos fracasan por comunicación insuficiente, y que la lentitud de respuesta del cliente es uno de los principales culpables en ese tipo de trabajos. No es un problema “creativo”: es un problema de sistema.
3. Miedo a “molestar” o a opinar demasiado pronto
En muchos equipos hay una creencia implícita: mejor opinar cuando “esté más armado” para no interrumpir. El resultado es un efecto búmeran. Guardan dudas, esperan a ver todo junto y, cuando por fin se paran frente al prototipo, quieren cambiarlo todo.
Advids habla de la “psicología de la evitación” para describir cómo los clientes postergan sus decisiones por miedo a equivocarse, y cómo ese silencio termina siendo el verdadero asesino de plazos. Cuanto más se posterga el feedback, más grande es la ola que llega después.
4. Stakeholders clave que entran tarde al proyecto
También pasa esto: dirección, legal, tecnología o performance aparecen recién al final, cuando el diseño está asentado, el contenido cerrado y el desarrollo avanzado. Su feedback es importante, pero llega en el peor momento posible. Y casi siempre se traduce en cambios de alcance, no en ajustes menores.
¿Qué nos enseñan los enfoques ágiles y la UX iterativa?
La buena noticia es que este problema no es exclusivo del diseño web. Desarrollo de software y UX llevan años lidiando con algo similar, y han encontrado respuestas útiles.
De grandes entregas a ciclos cortos
En metodologías ágiles se trabaja en iteraciones o sprints. Se planifica un objetivo concreto, se diseña o desarrolla una parte, se prueba, se recoge feedback y se ajusta en la siguiente vuelta. No hay un único gran momento de verdad al final, sino muchos momentos de validación repartidos en el camino.
Atlassian define la gestión de proyectos ágil como un enfoque iterativo que divide el trabajo en bloques pequeños con ciclos de planificación, ejecución y evaluación, permitiendo adaptarse rápido a cambios y al feedback del cliente.
Feedback como parte del sistema, no como excepción
En UX iterativa, el feedback no es algo que aparece al final, sino un componente del propio ciclo: diseñar, testear, aprender, ajustar. La guía de Mendix sobre por qué necesitas feedback loops durante y después de los sprints explica que la retroalimentación frecuente de negocio y usuarios mantiene al equipo enfocado en los objetivos, y que si esperas demasiado esos malentendidos se vuelven cada vez más difíciles de desenredar.
Escuelas como EALDE recuerdan que las metodologías ágiles como Scrum, Kanban o Lean permiten a las empresas generar proyectos de forma más ligera, con resultados rápidos, algo clave en contextos de transformación digital donde no hay tiempo para “arreglar todo al final”.
Aplicado a proyectos web, esto se traduce en planificar rondas claras de revisión desde el día uno, definir qué tipo de feedback se espera en cada fase y asegurar que esas rondas tienen fecha de inicio y de cierre. Es justo lo que necesitamos para pasar del caos a un flujo de feedback por goteo.
5 principios para diseñar un flujo de feedback sano
En Noodlesoup trabajamos con algunos principios simples que ayudan a ordenar todo esto. Puedes adaptarlos a tu contexto.
1. Microentregas, no megadocs
En lugar de “aquí está todo el sitio, dinos qué te parece”, trabajamos por capas: primero arquitectura y flujos, después wireframes, luego UI aplicada a pantallas clave, más adelante contenido y microcopy, y solo entonces un prototipo navegable, desarrollo y QA.
Cada capa tiene su propia revisión. Eso baja la ansiedad, porque el cliente no tiene que procesar todo a la vez, y mejora la calidad del feedback, porque mira una cosa concreta en cada momento.
2. Checkpoints definidos por fase
Cada fase del proyecto incluye una fecha de entrega, una ventana de feedback definida y una fecha clara de cierre de comentarios. Esa simple estructura evita que un comentario sobre la fase de arquitectura aparezca cuando ya vas por la fase de desarrollo.
3. Un canal y un formato únicos para el feedback
Nada erosiona más un proyecto que el feedback disperso. Por eso se escoge una herramienta principal para concentrar comentarios, ya sea Figma, Notion, ClickUp o la que tenga sentido para el equipo, y se pide que todo pase por ahí. Ayuda mucho pedir feedback estructurado.
Por ejemplo: qué mantener, qué mejorar, qué falta, qué sobra. Cuanto más fácil sea para el cliente dejar comentarios en un solo lugar, menos idas y vueltas habrá.
4. Roles claros: quién opina, quién decide, quién consolida
No todo el mundo tiene el mismo nivel de decisión. Conviene definir desde el inicio quiénes son solo observadores, quiénes son reviewers activos en cada fase y quién tiene la voz final. Ese “filtro interno” del lado cliente es clave para evitar comentarios contradictorios o decisiones que se revierten tres veces.
5. Límite de rondas
Parte del cuidado del flujo es cuidar también los límites. Definir cuántas rondas de feedback incluye cada fase, explicar qué ocurre si se supera ese número y dejarlo por escrito en la propuesta y en la kickoff call. No se trata de ser rígidos, sino de proteger la salud del proyecto y de la relación.
Arquitectura de un flujo de trabajo ágil en proyectos web
Veamos cómo se ve esto en la práctica, fase por fase.
En la fase 1, descubrimiento y marco de feedback:
No solo se define qué se va a hacer, sino cómo se va a trabajar. Se alinean objetivos de negocio y usuario, se identifican stakeholders clave y se pactan rondas de feedback, tiempos máximos de respuesta, herramienta principal y roles de aprobación. De aquí sale un pequeño project charter y un documento con el protocolo de feedback que será tu mejor amigo cuando, a mitad de proyecto, todo se empiece a mover.
En la fase 2, arquitectura y UX:
El foco está en la estructura y el flujo, no en la estética. Se trabaja el sitemap, los user flows y los wireframes de páginas clave, y se hace una revisión guiada para explicar la lógica de navegación, validar que el recorrido refleja la realidad del negocio y recoger dudas sobre jerarquías de información. Aquí decides cómo se va a mover el usuario, todavía sin distracciones visuales.
En la fase 3, identidad visual aplicada y UI:
Se entra en el universo visual del sitio. Se definen moodboards o referencias, se diseñan una o dos pantallas clave y se arma un sistema de componentes básicos. La revisión se centra en si se siente alineado con la marca, si la jerarquía visual ayuda y si el tono se percibe correcto.
En la fase 4, contenido y microcopy:
Se trabaja la estructura de mensajes, titulares, textos de soporte y elementos de confianza como FAQs o testimonios. Se coedita en un documento vivo y se hace un mini checkpoint antes de cerrar todo el diseño. Si el mensaje no está claro, ningún diseño lo va a salvar.
En la fase 5, prototipo navegable:
Ya con UI y contenido avanzados, se arma un prototipo en herramientas como Framer o Figma. Se recorre el sitio como si estuviera en producción y se valida flujo, consistencia y fricciones. El feedback aquí se centra en ajustes finos, no en rediscutir la arquitectura.
En la fase 6, desarrollo, QA y lanzamiento:
El feedback se vuelve más acotado y técnico: reporte de bugs, pequeños ajustes de estilo o contenido, validación responsive. Cualquier cambio estructural grande que aparezca aquí se trata como cambio de alcance o nueva iteración. Es la única forma de evitar que el proyecto se eternice.
Rituales y herramientas que mantienen vivo el flujo
Diseñar el flujo está bien. Mantenerlo vivo en el día a día requiere hábitos.
Uno muy simple es la revisión semanal fija, aunque sea breve. Una reunión de 15 a 30 minutos con una agenda clara sobre qué se entregó, qué feedback se recibió y qué toca la semana siguiente. No hace falta “tener algo grande” para hablar; hablar poco y seguido suele ser más útil.
Otro ritual es la regla de las 24 a 48 horas. Acordar que, idealmente, el cliente entregue feedback dentro de ese plazo después de cada entrega. Y dejar claro que, si el feedback llega mucho más tarde, se mueve la fecha de entrega o se replanifica el sprint. No es una amenaza, es transparencia.
También ayuda tener una única fuente de verdad. Todo el proyecto vive en un solo tablero (Notion, ClickUp, Asana, lo que uses) donde las tareas se etiquetan por fase, tipo de feedback, responsable y estado. Lo que se diga por fuera se registra ahí. Así nadie tiene que perseguir mensajes perdidos.
¿Cómo presentar este flujo al cliente?
Todo esto no sirve de nada si el cliente lo percibe como burocracia.
Una clave es hablar de inversión, no de control. En vez de “solo tienes dos rondas de cambios”, puedes plantearlo como “diseñamos el proceso para que revises en el momento correcto y con el menor retrabajo posible; eso protege tu inversión y la calidad del resultado final”.
Otra es mostrar un mapa visual simple del proyecto. Una línea de tiempo con fases, iconos donde hay entregas y donde hay feedback, y una nota corta sobre qué tipo de decisiones se toman en cada punto. La idea es que el cliente vea el proyecto como una serie de conversaciones pequeñas.
Y, sobre todo, practicar lo que predicas desde la kickoff. Esa primera reunión es el lugar para explicar el flujo, acordar el protocolo de feedback, responder dudas y dejar claro que, si cambian las reglas del juego (por ejemplo, se suman nuevos stakeholders).
Mini caso: de 3 rondas caóticas a un flujo por capas
Un cliente que suele dar poco feedback al principio por falta de tiempo y termina enviando un documento enorme de cambios cuando el sitio está avanzado. Cambios de estructura en etapa de prototipo, nuevas secciones de contenido, incorporación de un director que no participó al inicio pero quiere “alinear todo a la nueva visión”.
Se rediseña el flujo: revisiones por fase, canal único de feedback, stakeholders clave desde la fase 1, tablero con tareas derivadas del feedback y prioridades por impacto. En pocos meses, las rondas “sorpresa” bajan y el equipo interno está más alineado con el estudio.
Algo parecido se recoge en un caso real de Scrum@Scale con una gran empresa de medios digitales. Al pasar de un modelo en cascada a un marco ágil escalado, con equipos multifuncionales y alineación ejecutiva, lograron reducir el tiempo de entrega en un 80 % y mejorar la satisfacción del cliente gracias al valor añadido que recibía en cada iteración.
No hace falta que el proceso sea perfecto: si consigues que 70 u 80 % de las decisiones se tomen en la fase correcta, ya estás muy por encima del promedio.
El feedback no es el enemigo
El feedback no es un problema a evitar. Es la materia prima para mejorar una web, una marca y una experiencia.
El verdadero problema es cuando el feedback llega tarde, llega desordenado y aparece en bloque justo cuando el margen de maniobra es mínimo. Un flujo de trabajo ágil, con revisiones pequeñas y frecuentes, convierte el feedback en lo que siempre debió ser: una herramienta de colaboración y de reducción de riesgo.
Si hoy sientes que tus proyectos web terminan en un tsunami de cambios al final, quizá no necesitas clientes mejores, sino un sistema mejor. Y eso, por suerte, sí está en tus manos.
¿Cómo Noodlesoup puede ayudarte?
En Noodlesoup habitamos la intersección entre marca y website para que diseño, contenido y estructura trabajen a favor de tu negocio, no en contra de tus plazos.
Creamos contigo, no para ti, y usamos procesos ágiles, claros y colaborativos para que el feedback fluya donde tiene que fluir. Si quieres revisar cómo estás trabajando hoy y diseñar un flujo de revisión más sano para tu próximo proyecto web, podemos hacerlo juntos.
Agenda una sesión con nuestro equipo
FAQs:
1. ¿Cómo sé si mi equipo está listo para trabajar con metodologías ágiles en proyectos web?
Tu equipo está listo para Agile cuando existe cierta autonomía, comunicación abierta y disposición a revisar el trabajo con frecuencia en lugar de “entregar todo al final”. No hace falta ser una gran empresa: basta con que haya roles mínimos claros (quién decide, quién ejecuta, quién prioriza) y apertura a iterar.
Si hoy ya usas herramientas colaborativas, haces reuniones de seguimiento y estás dispuesto a ajustar el plan según lo que se aprende, probablemente ya tienes parte del terreno ganado para dar el salto.
2. ¿Qué papel juega el cliente en un proyecto web gestionado con metodologías ágiles?
En un entorno ágil el cliente deja de ser alguien que “aprueba al final” y pasa a ser un colaborador activo durante todo el proceso.
Participa en revisiones periódicas, ayuda a priorizar funcionalidades o secciones del sitio y aporta contexto de negocio para tomar mejores decisiones. No significa que tenga que estar disponible todos los días, pero sí que se compromete a dar feedback en tiempos acordados y a involucrar a los stakeholders correctos desde el inicio.
3. ¿Se puede aplicar Agile si trabajo con un estudio externo o una agencia y no con un equipo in-house?
Sí, y de hecho suele ser donde más se nota la diferencia. Lo importante es acordar desde el inicio cómo se verán los sprints o fases, qué entregables habrá en cada uno y qué tan rápido debe responder el equipo interno a las solicitudes de feedback.
Puedes pensar en la agencia como un “equipo extendido” que necesita acceso a contexto, decisiones rápidas y una persona de referencia del lado cliente que haga de product owner. Con esos elementos, es perfectamente viable aplicar principios ágiles aunque el equipo no esté bajo el mismo techo.
4. ¿Qué herramientas ayudan a implementar metodologías ágiles en proyectos web sin complicar el día a día?
No necesitas una suite compleja para empezar: un tablero tipo Trello, Notion, Asana o Jira suele ser suficiente para gestionar tareas por columnas (backlog, en progreso, en revisión, listo).
Para el trabajo visual, herramientas como Figma o FigJam facilitan que diseño, contenido y cliente comenten sobre las mismas pantallas. Lo importante no es la herramienta en sí, sino que se convierta en la “única fuente de verdad” del proyecto y que refleje, de forma transparente, qué se está haciendo, qué está bloqueado y qué está pendiente de feedback.
Hay una escena que se repite en demasiados proyectos web.
El diseño está casi listo, el equipo llega a la fase de prototipos o incluso a desarrollo, se comparte todo para “una última revisión”… y aparece el famoso mail de tres páginas: cambios de estructura, dudas sobre el tono del contenido, nuevas secciones que nadie había mencionado, opiniones de stakeholders que entran tarde a la conversación.
De repente, el proyecto que estaba en 90 % vuelve a sentirse en 60 %. Plazos que se corren, equipo frustrado, presupuesto que se tensa, prioridades que se mezclan.
El problema no es el feedback. El problema es cuándo y cómo llega ese feedback.
Este artículo nace de una conversación real con un cliente que quería evitar justamente eso: “necesitamos una estrategia de revisión más continua para no encontrarnos con sorpresas al final”.
En Noodlesoup tomamos esa necesidad y la convertimos en un flujo de trabajo ágil, pensado para que el feedback pase de ser un tsunami de último minuto a un goteo constante, manejable y productivo.
¿Por qué se acumula el feedback al final?
Antes de hablar de soluciones, vale la pena entender por qué este patrón se repite tanto.
1. Proyectos “disfrazados” de ágiles, pero ejecutados en cascada
En la teoría, todo el mundo habla de sprints, iteraciones y demos. En la práctica, muchas veces ocurre otra cosa: el estudio trabaja semanas tras bambalinas, el cliente ve muy poco o nada hasta que hay algo “lindo” que mostrar y las decisiones estratégicas se validan cuando ya están pegadas al diseño.
Es decir, un modelo casi waterfall con una capa cosmética de agilidad. Atlassian lo describe bien cuando explica que, en enfoques en cascada, el cliente final no puede interactuar con el producto hasta que está completo, así que los problemas importantes de diseño o código se descubren recién en el momento del lanzamiento.
2. No existe un proceso de feedback definido
El feedback aparece por WhatsApp, por mail, por llamadas, por comentarios sueltos en PDFs o capturas. Nadie sabe exactamente hasta cuándo puede opinar, ni quién tiene la palabra final dentro del lado cliente.
Un análisis reciente sobre el impacto del feedback lento en producción de video muestra que alrededor de 70 % de los proyectos fracasan por comunicación insuficiente, y que la lentitud de respuesta del cliente es uno de los principales culpables en ese tipo de trabajos. No es un problema “creativo”: es un problema de sistema.
3. Miedo a “molestar” o a opinar demasiado pronto
En muchos equipos hay una creencia implícita: mejor opinar cuando “esté más armado” para no interrumpir. El resultado es un efecto búmeran. Guardan dudas, esperan a ver todo junto y, cuando por fin se paran frente al prototipo, quieren cambiarlo todo.
Advids habla de la “psicología de la evitación” para describir cómo los clientes postergan sus decisiones por miedo a equivocarse, y cómo ese silencio termina siendo el verdadero asesino de plazos. Cuanto más se posterga el feedback, más grande es la ola que llega después.
4. Stakeholders clave que entran tarde al proyecto
También pasa esto: dirección, legal, tecnología o performance aparecen recién al final, cuando el diseño está asentado, el contenido cerrado y el desarrollo avanzado. Su feedback es importante, pero llega en el peor momento posible. Y casi siempre se traduce en cambios de alcance, no en ajustes menores.
¿Qué nos enseñan los enfoques ágiles y la UX iterativa?
La buena noticia es que este problema no es exclusivo del diseño web. Desarrollo de software y UX llevan años lidiando con algo similar, y han encontrado respuestas útiles.
De grandes entregas a ciclos cortos
En metodologías ágiles se trabaja en iteraciones o sprints. Se planifica un objetivo concreto, se diseña o desarrolla una parte, se prueba, se recoge feedback y se ajusta en la siguiente vuelta. No hay un único gran momento de verdad al final, sino muchos momentos de validación repartidos en el camino.
Atlassian define la gestión de proyectos ágil como un enfoque iterativo que divide el trabajo en bloques pequeños con ciclos de planificación, ejecución y evaluación, permitiendo adaptarse rápido a cambios y al feedback del cliente.
Feedback como parte del sistema, no como excepción
En UX iterativa, el feedback no es algo que aparece al final, sino un componente del propio ciclo: diseñar, testear, aprender, ajustar. La guía de Mendix sobre por qué necesitas feedback loops durante y después de los sprints explica que la retroalimentación frecuente de negocio y usuarios mantiene al equipo enfocado en los objetivos, y que si esperas demasiado esos malentendidos se vuelven cada vez más difíciles de desenredar.
Escuelas como EALDE recuerdan que las metodologías ágiles como Scrum, Kanban o Lean permiten a las empresas generar proyectos de forma más ligera, con resultados rápidos, algo clave en contextos de transformación digital donde no hay tiempo para “arreglar todo al final”.
Aplicado a proyectos web, esto se traduce en planificar rondas claras de revisión desde el día uno, definir qué tipo de feedback se espera en cada fase y asegurar que esas rondas tienen fecha de inicio y de cierre. Es justo lo que necesitamos para pasar del caos a un flujo de feedback por goteo.
5 principios para diseñar un flujo de feedback sano
En Noodlesoup trabajamos con algunos principios simples que ayudan a ordenar todo esto. Puedes adaptarlos a tu contexto.
1. Microentregas, no megadocs
En lugar de “aquí está todo el sitio, dinos qué te parece”, trabajamos por capas: primero arquitectura y flujos, después wireframes, luego UI aplicada a pantallas clave, más adelante contenido y microcopy, y solo entonces un prototipo navegable, desarrollo y QA.
Cada capa tiene su propia revisión. Eso baja la ansiedad, porque el cliente no tiene que procesar todo a la vez, y mejora la calidad del feedback, porque mira una cosa concreta en cada momento.
2. Checkpoints definidos por fase
Cada fase del proyecto incluye una fecha de entrega, una ventana de feedback definida y una fecha clara de cierre de comentarios. Esa simple estructura evita que un comentario sobre la fase de arquitectura aparezca cuando ya vas por la fase de desarrollo.
3. Un canal y un formato únicos para el feedback
Nada erosiona más un proyecto que el feedback disperso. Por eso se escoge una herramienta principal para concentrar comentarios, ya sea Figma, Notion, ClickUp o la que tenga sentido para el equipo, y se pide que todo pase por ahí. Ayuda mucho pedir feedback estructurado.
Por ejemplo: qué mantener, qué mejorar, qué falta, qué sobra. Cuanto más fácil sea para el cliente dejar comentarios en un solo lugar, menos idas y vueltas habrá.
4. Roles claros: quién opina, quién decide, quién consolida
No todo el mundo tiene el mismo nivel de decisión. Conviene definir desde el inicio quiénes son solo observadores, quiénes son reviewers activos en cada fase y quién tiene la voz final. Ese “filtro interno” del lado cliente es clave para evitar comentarios contradictorios o decisiones que se revierten tres veces.
5. Límite de rondas
Parte del cuidado del flujo es cuidar también los límites. Definir cuántas rondas de feedback incluye cada fase, explicar qué ocurre si se supera ese número y dejarlo por escrito en la propuesta y en la kickoff call. No se trata de ser rígidos, sino de proteger la salud del proyecto y de la relación.
Arquitectura de un flujo de trabajo ágil en proyectos web
Veamos cómo se ve esto en la práctica, fase por fase.
En la fase 1, descubrimiento y marco de feedback:
No solo se define qué se va a hacer, sino cómo se va a trabajar. Se alinean objetivos de negocio y usuario, se identifican stakeholders clave y se pactan rondas de feedback, tiempos máximos de respuesta, herramienta principal y roles de aprobación. De aquí sale un pequeño project charter y un documento con el protocolo de feedback que será tu mejor amigo cuando, a mitad de proyecto, todo se empiece a mover.
En la fase 2, arquitectura y UX:
El foco está en la estructura y el flujo, no en la estética. Se trabaja el sitemap, los user flows y los wireframes de páginas clave, y se hace una revisión guiada para explicar la lógica de navegación, validar que el recorrido refleja la realidad del negocio y recoger dudas sobre jerarquías de información. Aquí decides cómo se va a mover el usuario, todavía sin distracciones visuales.
En la fase 3, identidad visual aplicada y UI:
Se entra en el universo visual del sitio. Se definen moodboards o referencias, se diseñan una o dos pantallas clave y se arma un sistema de componentes básicos. La revisión se centra en si se siente alineado con la marca, si la jerarquía visual ayuda y si el tono se percibe correcto.
En la fase 4, contenido y microcopy:
Se trabaja la estructura de mensajes, titulares, textos de soporte y elementos de confianza como FAQs o testimonios. Se coedita en un documento vivo y se hace un mini checkpoint antes de cerrar todo el diseño. Si el mensaje no está claro, ningún diseño lo va a salvar.
En la fase 5, prototipo navegable:
Ya con UI y contenido avanzados, se arma un prototipo en herramientas como Framer o Figma. Se recorre el sitio como si estuviera en producción y se valida flujo, consistencia y fricciones. El feedback aquí se centra en ajustes finos, no en rediscutir la arquitectura.
En la fase 6, desarrollo, QA y lanzamiento:
El feedback se vuelve más acotado y técnico: reporte de bugs, pequeños ajustes de estilo o contenido, validación responsive. Cualquier cambio estructural grande que aparezca aquí se trata como cambio de alcance o nueva iteración. Es la única forma de evitar que el proyecto se eternice.
Rituales y herramientas que mantienen vivo el flujo
Diseñar el flujo está bien. Mantenerlo vivo en el día a día requiere hábitos.
Uno muy simple es la revisión semanal fija, aunque sea breve. Una reunión de 15 a 30 minutos con una agenda clara sobre qué se entregó, qué feedback se recibió y qué toca la semana siguiente. No hace falta “tener algo grande” para hablar; hablar poco y seguido suele ser más útil.
Otro ritual es la regla de las 24 a 48 horas. Acordar que, idealmente, el cliente entregue feedback dentro de ese plazo después de cada entrega. Y dejar claro que, si el feedback llega mucho más tarde, se mueve la fecha de entrega o se replanifica el sprint. No es una amenaza, es transparencia.
También ayuda tener una única fuente de verdad. Todo el proyecto vive en un solo tablero (Notion, ClickUp, Asana, lo que uses) donde las tareas se etiquetan por fase, tipo de feedback, responsable y estado. Lo que se diga por fuera se registra ahí. Así nadie tiene que perseguir mensajes perdidos.
¿Cómo presentar este flujo al cliente?
Todo esto no sirve de nada si el cliente lo percibe como burocracia.
Una clave es hablar de inversión, no de control. En vez de “solo tienes dos rondas de cambios”, puedes plantearlo como “diseñamos el proceso para que revises en el momento correcto y con el menor retrabajo posible; eso protege tu inversión y la calidad del resultado final”.
Otra es mostrar un mapa visual simple del proyecto. Una línea de tiempo con fases, iconos donde hay entregas y donde hay feedback, y una nota corta sobre qué tipo de decisiones se toman en cada punto. La idea es que el cliente vea el proyecto como una serie de conversaciones pequeñas.
Y, sobre todo, practicar lo que predicas desde la kickoff. Esa primera reunión es el lugar para explicar el flujo, acordar el protocolo de feedback, responder dudas y dejar claro que, si cambian las reglas del juego (por ejemplo, se suman nuevos stakeholders).
Mini caso: de 3 rondas caóticas a un flujo por capas
Un cliente que suele dar poco feedback al principio por falta de tiempo y termina enviando un documento enorme de cambios cuando el sitio está avanzado. Cambios de estructura en etapa de prototipo, nuevas secciones de contenido, incorporación de un director que no participó al inicio pero quiere “alinear todo a la nueva visión”.
Se rediseña el flujo: revisiones por fase, canal único de feedback, stakeholders clave desde la fase 1, tablero con tareas derivadas del feedback y prioridades por impacto. En pocos meses, las rondas “sorpresa” bajan y el equipo interno está más alineado con el estudio.
Algo parecido se recoge en un caso real de Scrum@Scale con una gran empresa de medios digitales. Al pasar de un modelo en cascada a un marco ágil escalado, con equipos multifuncionales y alineación ejecutiva, lograron reducir el tiempo de entrega en un 80 % y mejorar la satisfacción del cliente gracias al valor añadido que recibía en cada iteración.
No hace falta que el proceso sea perfecto: si consigues que 70 u 80 % de las decisiones se tomen en la fase correcta, ya estás muy por encima del promedio.
El feedback no es el enemigo
El feedback no es un problema a evitar. Es la materia prima para mejorar una web, una marca y una experiencia.
El verdadero problema es cuando el feedback llega tarde, llega desordenado y aparece en bloque justo cuando el margen de maniobra es mínimo. Un flujo de trabajo ágil, con revisiones pequeñas y frecuentes, convierte el feedback en lo que siempre debió ser: una herramienta de colaboración y de reducción de riesgo.
Si hoy sientes que tus proyectos web terminan en un tsunami de cambios al final, quizá no necesitas clientes mejores, sino un sistema mejor. Y eso, por suerte, sí está en tus manos.
¿Cómo Noodlesoup puede ayudarte?
En Noodlesoup habitamos la intersección entre marca y website para que diseño, contenido y estructura trabajen a favor de tu negocio, no en contra de tus plazos.
Creamos contigo, no para ti, y usamos procesos ágiles, claros y colaborativos para que el feedback fluya donde tiene que fluir. Si quieres revisar cómo estás trabajando hoy y diseñar un flujo de revisión más sano para tu próximo proyecto web, podemos hacerlo juntos.
Agenda una sesión con nuestro equipo
FAQs:
1. ¿Cómo sé si mi equipo está listo para trabajar con metodologías ágiles en proyectos web?
Tu equipo está listo para Agile cuando existe cierta autonomía, comunicación abierta y disposición a revisar el trabajo con frecuencia en lugar de “entregar todo al final”. No hace falta ser una gran empresa: basta con que haya roles mínimos claros (quién decide, quién ejecuta, quién prioriza) y apertura a iterar.
Si hoy ya usas herramientas colaborativas, haces reuniones de seguimiento y estás dispuesto a ajustar el plan según lo que se aprende, probablemente ya tienes parte del terreno ganado para dar el salto.
2. ¿Qué papel juega el cliente en un proyecto web gestionado con metodologías ágiles?
En un entorno ágil el cliente deja de ser alguien que “aprueba al final” y pasa a ser un colaborador activo durante todo el proceso.
Participa en revisiones periódicas, ayuda a priorizar funcionalidades o secciones del sitio y aporta contexto de negocio para tomar mejores decisiones. No significa que tenga que estar disponible todos los días, pero sí que se compromete a dar feedback en tiempos acordados y a involucrar a los stakeholders correctos desde el inicio.
3. ¿Se puede aplicar Agile si trabajo con un estudio externo o una agencia y no con un equipo in-house?
Sí, y de hecho suele ser donde más se nota la diferencia. Lo importante es acordar desde el inicio cómo se verán los sprints o fases, qué entregables habrá en cada uno y qué tan rápido debe responder el equipo interno a las solicitudes de feedback.
Puedes pensar en la agencia como un “equipo extendido” que necesita acceso a contexto, decisiones rápidas y una persona de referencia del lado cliente que haga de product owner. Con esos elementos, es perfectamente viable aplicar principios ágiles aunque el equipo no esté bajo el mismo techo.
4. ¿Qué herramientas ayudan a implementar metodologías ágiles en proyectos web sin complicar el día a día?
No necesitas una suite compleja para empezar: un tablero tipo Trello, Notion, Asana o Jira suele ser suficiente para gestionar tareas por columnas (backlog, en progreso, en revisión, listo).
Para el trabajo visual, herramientas como Figma o FigJam facilitan que diseño, contenido y cliente comenten sobre las mismas pantallas. Lo importante no es la herramienta en sí, sino que se convierta en la “única fuente de verdad” del proyecto y que refleje, de forma transparente, qué se está haciendo, qué está bloqueado y qué está pendiente de feedback.
Hay una escena que se repite en demasiados proyectos web.
El diseño está casi listo, el equipo llega a la fase de prototipos o incluso a desarrollo, se comparte todo para “una última revisión”… y aparece el famoso mail de tres páginas: cambios de estructura, dudas sobre el tono del contenido, nuevas secciones que nadie había mencionado, opiniones de stakeholders que entran tarde a la conversación.
De repente, el proyecto que estaba en 90 % vuelve a sentirse en 60 %. Plazos que se corren, equipo frustrado, presupuesto que se tensa, prioridades que se mezclan.
El problema no es el feedback. El problema es cuándo y cómo llega ese feedback.
Este artículo nace de una conversación real con un cliente que quería evitar justamente eso: “necesitamos una estrategia de revisión más continua para no encontrarnos con sorpresas al final”.
En Noodlesoup tomamos esa necesidad y la convertimos en un flujo de trabajo ágil, pensado para que el feedback pase de ser un tsunami de último minuto a un goteo constante, manejable y productivo.
¿Por qué se acumula el feedback al final?
Antes de hablar de soluciones, vale la pena entender por qué este patrón se repite tanto.
1. Proyectos “disfrazados” de ágiles, pero ejecutados en cascada
En la teoría, todo el mundo habla de sprints, iteraciones y demos. En la práctica, muchas veces ocurre otra cosa: el estudio trabaja semanas tras bambalinas, el cliente ve muy poco o nada hasta que hay algo “lindo” que mostrar y las decisiones estratégicas se validan cuando ya están pegadas al diseño.
Es decir, un modelo casi waterfall con una capa cosmética de agilidad. Atlassian lo describe bien cuando explica que, en enfoques en cascada, el cliente final no puede interactuar con el producto hasta que está completo, así que los problemas importantes de diseño o código se descubren recién en el momento del lanzamiento.
2. No existe un proceso de feedback definido
El feedback aparece por WhatsApp, por mail, por llamadas, por comentarios sueltos en PDFs o capturas. Nadie sabe exactamente hasta cuándo puede opinar, ni quién tiene la palabra final dentro del lado cliente.
Un análisis reciente sobre el impacto del feedback lento en producción de video muestra que alrededor de 70 % de los proyectos fracasan por comunicación insuficiente, y que la lentitud de respuesta del cliente es uno de los principales culpables en ese tipo de trabajos. No es un problema “creativo”: es un problema de sistema.
3. Miedo a “molestar” o a opinar demasiado pronto
En muchos equipos hay una creencia implícita: mejor opinar cuando “esté más armado” para no interrumpir. El resultado es un efecto búmeran. Guardan dudas, esperan a ver todo junto y, cuando por fin se paran frente al prototipo, quieren cambiarlo todo.
Advids habla de la “psicología de la evitación” para describir cómo los clientes postergan sus decisiones por miedo a equivocarse, y cómo ese silencio termina siendo el verdadero asesino de plazos. Cuanto más se posterga el feedback, más grande es la ola que llega después.
4. Stakeholders clave que entran tarde al proyecto
También pasa esto: dirección, legal, tecnología o performance aparecen recién al final, cuando el diseño está asentado, el contenido cerrado y el desarrollo avanzado. Su feedback es importante, pero llega en el peor momento posible. Y casi siempre se traduce en cambios de alcance, no en ajustes menores.
¿Qué nos enseñan los enfoques ágiles y la UX iterativa?
La buena noticia es que este problema no es exclusivo del diseño web. Desarrollo de software y UX llevan años lidiando con algo similar, y han encontrado respuestas útiles.
De grandes entregas a ciclos cortos
En metodologías ágiles se trabaja en iteraciones o sprints. Se planifica un objetivo concreto, se diseña o desarrolla una parte, se prueba, se recoge feedback y se ajusta en la siguiente vuelta. No hay un único gran momento de verdad al final, sino muchos momentos de validación repartidos en el camino.
Atlassian define la gestión de proyectos ágil como un enfoque iterativo que divide el trabajo en bloques pequeños con ciclos de planificación, ejecución y evaluación, permitiendo adaptarse rápido a cambios y al feedback del cliente.
Feedback como parte del sistema, no como excepción
En UX iterativa, el feedback no es algo que aparece al final, sino un componente del propio ciclo: diseñar, testear, aprender, ajustar. La guía de Mendix sobre por qué necesitas feedback loops durante y después de los sprints explica que la retroalimentación frecuente de negocio y usuarios mantiene al equipo enfocado en los objetivos, y que si esperas demasiado esos malentendidos se vuelven cada vez más difíciles de desenredar.
Escuelas como EALDE recuerdan que las metodologías ágiles como Scrum, Kanban o Lean permiten a las empresas generar proyectos de forma más ligera, con resultados rápidos, algo clave en contextos de transformación digital donde no hay tiempo para “arreglar todo al final”.
Aplicado a proyectos web, esto se traduce en planificar rondas claras de revisión desde el día uno, definir qué tipo de feedback se espera en cada fase y asegurar que esas rondas tienen fecha de inicio y de cierre. Es justo lo que necesitamos para pasar del caos a un flujo de feedback por goteo.
5 principios para diseñar un flujo de feedback sano
En Noodlesoup trabajamos con algunos principios simples que ayudan a ordenar todo esto. Puedes adaptarlos a tu contexto.
1. Microentregas, no megadocs
En lugar de “aquí está todo el sitio, dinos qué te parece”, trabajamos por capas: primero arquitectura y flujos, después wireframes, luego UI aplicada a pantallas clave, más adelante contenido y microcopy, y solo entonces un prototipo navegable, desarrollo y QA.
Cada capa tiene su propia revisión. Eso baja la ansiedad, porque el cliente no tiene que procesar todo a la vez, y mejora la calidad del feedback, porque mira una cosa concreta en cada momento.
2. Checkpoints definidos por fase
Cada fase del proyecto incluye una fecha de entrega, una ventana de feedback definida y una fecha clara de cierre de comentarios. Esa simple estructura evita que un comentario sobre la fase de arquitectura aparezca cuando ya vas por la fase de desarrollo.
3. Un canal y un formato únicos para el feedback
Nada erosiona más un proyecto que el feedback disperso. Por eso se escoge una herramienta principal para concentrar comentarios, ya sea Figma, Notion, ClickUp o la que tenga sentido para el equipo, y se pide que todo pase por ahí. Ayuda mucho pedir feedback estructurado.
Por ejemplo: qué mantener, qué mejorar, qué falta, qué sobra. Cuanto más fácil sea para el cliente dejar comentarios en un solo lugar, menos idas y vueltas habrá.
4. Roles claros: quién opina, quién decide, quién consolida
No todo el mundo tiene el mismo nivel de decisión. Conviene definir desde el inicio quiénes son solo observadores, quiénes son reviewers activos en cada fase y quién tiene la voz final. Ese “filtro interno” del lado cliente es clave para evitar comentarios contradictorios o decisiones que se revierten tres veces.
5. Límite de rondas
Parte del cuidado del flujo es cuidar también los límites. Definir cuántas rondas de feedback incluye cada fase, explicar qué ocurre si se supera ese número y dejarlo por escrito en la propuesta y en la kickoff call. No se trata de ser rígidos, sino de proteger la salud del proyecto y de la relación.
Arquitectura de un flujo de trabajo ágil en proyectos web
Veamos cómo se ve esto en la práctica, fase por fase.
En la fase 1, descubrimiento y marco de feedback:
No solo se define qué se va a hacer, sino cómo se va a trabajar. Se alinean objetivos de negocio y usuario, se identifican stakeholders clave y se pactan rondas de feedback, tiempos máximos de respuesta, herramienta principal y roles de aprobación. De aquí sale un pequeño project charter y un documento con el protocolo de feedback que será tu mejor amigo cuando, a mitad de proyecto, todo se empiece a mover.
En la fase 2, arquitectura y UX:
El foco está en la estructura y el flujo, no en la estética. Se trabaja el sitemap, los user flows y los wireframes de páginas clave, y se hace una revisión guiada para explicar la lógica de navegación, validar que el recorrido refleja la realidad del negocio y recoger dudas sobre jerarquías de información. Aquí decides cómo se va a mover el usuario, todavía sin distracciones visuales.
En la fase 3, identidad visual aplicada y UI:
Se entra en el universo visual del sitio. Se definen moodboards o referencias, se diseñan una o dos pantallas clave y se arma un sistema de componentes básicos. La revisión se centra en si se siente alineado con la marca, si la jerarquía visual ayuda y si el tono se percibe correcto.
En la fase 4, contenido y microcopy:
Se trabaja la estructura de mensajes, titulares, textos de soporte y elementos de confianza como FAQs o testimonios. Se coedita en un documento vivo y se hace un mini checkpoint antes de cerrar todo el diseño. Si el mensaje no está claro, ningún diseño lo va a salvar.
En la fase 5, prototipo navegable:
Ya con UI y contenido avanzados, se arma un prototipo en herramientas como Framer o Figma. Se recorre el sitio como si estuviera en producción y se valida flujo, consistencia y fricciones. El feedback aquí se centra en ajustes finos, no en rediscutir la arquitectura.
En la fase 6, desarrollo, QA y lanzamiento:
El feedback se vuelve más acotado y técnico: reporte de bugs, pequeños ajustes de estilo o contenido, validación responsive. Cualquier cambio estructural grande que aparezca aquí se trata como cambio de alcance o nueva iteración. Es la única forma de evitar que el proyecto se eternice.
Rituales y herramientas que mantienen vivo el flujo
Diseñar el flujo está bien. Mantenerlo vivo en el día a día requiere hábitos.
Uno muy simple es la revisión semanal fija, aunque sea breve. Una reunión de 15 a 30 minutos con una agenda clara sobre qué se entregó, qué feedback se recibió y qué toca la semana siguiente. No hace falta “tener algo grande” para hablar; hablar poco y seguido suele ser más útil.
Otro ritual es la regla de las 24 a 48 horas. Acordar que, idealmente, el cliente entregue feedback dentro de ese plazo después de cada entrega. Y dejar claro que, si el feedback llega mucho más tarde, se mueve la fecha de entrega o se replanifica el sprint. No es una amenaza, es transparencia.
También ayuda tener una única fuente de verdad. Todo el proyecto vive en un solo tablero (Notion, ClickUp, Asana, lo que uses) donde las tareas se etiquetan por fase, tipo de feedback, responsable y estado. Lo que se diga por fuera se registra ahí. Así nadie tiene que perseguir mensajes perdidos.
¿Cómo presentar este flujo al cliente?
Todo esto no sirve de nada si el cliente lo percibe como burocracia.
Una clave es hablar de inversión, no de control. En vez de “solo tienes dos rondas de cambios”, puedes plantearlo como “diseñamos el proceso para que revises en el momento correcto y con el menor retrabajo posible; eso protege tu inversión y la calidad del resultado final”.
Otra es mostrar un mapa visual simple del proyecto. Una línea de tiempo con fases, iconos donde hay entregas y donde hay feedback, y una nota corta sobre qué tipo de decisiones se toman en cada punto. La idea es que el cliente vea el proyecto como una serie de conversaciones pequeñas.
Y, sobre todo, practicar lo que predicas desde la kickoff. Esa primera reunión es el lugar para explicar el flujo, acordar el protocolo de feedback, responder dudas y dejar claro que, si cambian las reglas del juego (por ejemplo, se suman nuevos stakeholders).
Mini caso: de 3 rondas caóticas a un flujo por capas
Un cliente que suele dar poco feedback al principio por falta de tiempo y termina enviando un documento enorme de cambios cuando el sitio está avanzado. Cambios de estructura en etapa de prototipo, nuevas secciones de contenido, incorporación de un director que no participó al inicio pero quiere “alinear todo a la nueva visión”.
Se rediseña el flujo: revisiones por fase, canal único de feedback, stakeholders clave desde la fase 1, tablero con tareas derivadas del feedback y prioridades por impacto. En pocos meses, las rondas “sorpresa” bajan y el equipo interno está más alineado con el estudio.
Algo parecido se recoge en un caso real de Scrum@Scale con una gran empresa de medios digitales. Al pasar de un modelo en cascada a un marco ágil escalado, con equipos multifuncionales y alineación ejecutiva, lograron reducir el tiempo de entrega en un 80 % y mejorar la satisfacción del cliente gracias al valor añadido que recibía en cada iteración.
No hace falta que el proceso sea perfecto: si consigues que 70 u 80 % de las decisiones se tomen en la fase correcta, ya estás muy por encima del promedio.
El feedback no es el enemigo
El feedback no es un problema a evitar. Es la materia prima para mejorar una web, una marca y una experiencia.
El verdadero problema es cuando el feedback llega tarde, llega desordenado y aparece en bloque justo cuando el margen de maniobra es mínimo. Un flujo de trabajo ágil, con revisiones pequeñas y frecuentes, convierte el feedback en lo que siempre debió ser: una herramienta de colaboración y de reducción de riesgo.
Si hoy sientes que tus proyectos web terminan en un tsunami de cambios al final, quizá no necesitas clientes mejores, sino un sistema mejor. Y eso, por suerte, sí está en tus manos.
¿Cómo Noodlesoup puede ayudarte?
En Noodlesoup habitamos la intersección entre marca y website para que diseño, contenido y estructura trabajen a favor de tu negocio, no en contra de tus plazos.
Creamos contigo, no para ti, y usamos procesos ágiles, claros y colaborativos para que el feedback fluya donde tiene que fluir. Si quieres revisar cómo estás trabajando hoy y diseñar un flujo de revisión más sano para tu próximo proyecto web, podemos hacerlo juntos.
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FAQs:
1. ¿Cómo sé si mi equipo está listo para trabajar con metodologías ágiles en proyectos web?
Tu equipo está listo para Agile cuando existe cierta autonomía, comunicación abierta y disposición a revisar el trabajo con frecuencia en lugar de “entregar todo al final”. No hace falta ser una gran empresa: basta con que haya roles mínimos claros (quién decide, quién ejecuta, quién prioriza) y apertura a iterar.
Si hoy ya usas herramientas colaborativas, haces reuniones de seguimiento y estás dispuesto a ajustar el plan según lo que se aprende, probablemente ya tienes parte del terreno ganado para dar el salto.
2. ¿Qué papel juega el cliente en un proyecto web gestionado con metodologías ágiles?
En un entorno ágil el cliente deja de ser alguien que “aprueba al final” y pasa a ser un colaborador activo durante todo el proceso.
Participa en revisiones periódicas, ayuda a priorizar funcionalidades o secciones del sitio y aporta contexto de negocio para tomar mejores decisiones. No significa que tenga que estar disponible todos los días, pero sí que se compromete a dar feedback en tiempos acordados y a involucrar a los stakeholders correctos desde el inicio.
3. ¿Se puede aplicar Agile si trabajo con un estudio externo o una agencia y no con un equipo in-house?
Sí, y de hecho suele ser donde más se nota la diferencia. Lo importante es acordar desde el inicio cómo se verán los sprints o fases, qué entregables habrá en cada uno y qué tan rápido debe responder el equipo interno a las solicitudes de feedback.
Puedes pensar en la agencia como un “equipo extendido” que necesita acceso a contexto, decisiones rápidas y una persona de referencia del lado cliente que haga de product owner. Con esos elementos, es perfectamente viable aplicar principios ágiles aunque el equipo no esté bajo el mismo techo.
4. ¿Qué herramientas ayudan a implementar metodologías ágiles en proyectos web sin complicar el día a día?
No necesitas una suite compleja para empezar: un tablero tipo Trello, Notion, Asana o Jira suele ser suficiente para gestionar tareas por columnas (backlog, en progreso, en revisión, listo).
Para el trabajo visual, herramientas como Figma o FigJam facilitan que diseño, contenido y cliente comenten sobre las mismas pantallas. Lo importante no es la herramienta en sí, sino que se convierta en la “única fuente de verdad” del proyecto y que refleje, de forma transparente, qué se está haciendo, qué está bloqueado y qué está pendiente de feedback.
Acerca de nosotros
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Acerca de nosotros
El estudio fue fundado en 2022 por Alejandro Duarte, diseñador multidisciplinario con más de 10 años de experiencia en la creación de productos digitales premiados y en colaborar con marcas de la Fortune 500. Junto a Sasha Briceño, directora creativa híbrida con formación en comunicación social que combina su pasión por las imágenes, el pensamiento estratégico y el storytelling, para crear universos de marca verbales y visuales consistentes. En Noodlesoup, somos un equipo apasionado por el buen diseño y comprometido con proyectos que tienen un propósito significativo. La colaboración, entre el equipo y con nuestros clientes, está en el corazón de todo lo que hacemos: es el umami* que nos caracteriza.
*Japonés: Conocido como el quinto sabor, es uno de los gustos básicos junto con el dulce, el ácido, el amargo y el salado. También significa sabroso.

